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Una posición sobre la marcha indígena de 1990
¿A dónde va la Marcha?
La cuestión es clara, hace cerca de 19 años los indígenas de Mojos protagonizaron una interpelación al Estado Boliviano, exigiendo mayor inclusión y transformaciones estructurales. Hoy, ni lo uno ni lo otro, porque en los tiempos actuales, el Estado es un órgano funcional a la generación de condiciones que necesita la sociedad para desarrollarse, y por ende, la situación de marginalidad no es un problema estatal sino un fenómeno de niveles de participación social de tal o cual sector ciudadano. La cuestión de la inclusión o exclusión fue problema estructural del Estado, en tiempos de Andrés Guayacho, es decir a fines del s. XIX. Los Estados modernos sólo ajustan sus mecanismos para ser más eficientes a la funcionalidad que le compete.
Claro, estas dos cosillas no las entendemos bien ni gobernantes ni gobernados, por eso aparecen, como hormigas voladoras después de un aguacero, un sin fin de conflictos que ni los mejores mecanismos de prevención de trifulcas sociales del Ministerio de Gobierno pueden parar.
Y es que los famosos “movimientos sociales”, que no son más que camarillas dirigenciales (En un Magno Congreso de Trabajadores de la COR de El Alto – “la urbe más revolucionaria de Bolivia” – se decidió que la dirigencia de todos los “movimientos sociales” alarguen su mandato hasta después de las elecciones de diciembre, para apoyar “orgánicamente” al instrumento político de dichos “movimientos sociales”) acostumbradas a usufructuar del poder sindical sin interesarles la libertad, la democracia, las normas y sus bases, andan perdidos en la conservación del statu quo que les conviene, teniendo en su cabeza de revolucionarios sólo las segunda, tercera y cuarta letras de tal palabreja. Así no se engrandecen los pueblos, ni la sociedad disfrutará de concordia y prosperidad. Fruto de la falta de tino, de gobernantes y seudo dirigentes, para ubicarse en los tiempos actuales, las sociedades regionales menos entorpecidas por dichas camarillas, levantan las banderas de mayor eficacia y eficiencia del Estado: la autonomía departamental, que es lo que, por angas o por mangas tendrá que darse, y más temprano que tarde. Incluso sin que nadie haga nada, las autonomías departamentales, en Bolivia, se establecerán, porque la historia avanza aunque a algunos les pese y otros, los más, no lo comprendan.
La Marcha, la épica y hermosa Marcha ya terminó, ya no existe. Lo que existe son pueblos indígenas en expansión y para tratar de que no se cumpla la predicción de Gabriel René Moreno, el movimiento indígena regional debe abrir sus propias compuertas y hacerse presente en la región a la que pertenecen, y aplicar lo que Pedro Ignacio Muiba, Juan Maraza, José Bopi, y tantos otros dirigentes visionarios buscaron: la autonomía de Mojos en el concierto de la sociedad nacional.