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No sé porque quiero hablar de algo que siempre he desviado, pero por lo menos me saco la idea, de que las cosas no son como yo la pienso
Francisco Montas Perozo
No sé porque quiero hablar de algo que siempre he desviado, pero por lo menos me saco la idea, de que las cosas no son como yo la pienso.
La vida me enseñó que los seres humanos (o al menos yo) queremos certezas y la vida es incertidumbre.
Queremos que las cosas sean de cierta manera y nos cuesta aceptar que las cosas son como son, no como nosotros querramos que sean. Que en la vida hay que correr riesgos, que uno no sabe como van a resultar las cosas que emprendamos… pero si no nos arriesgamos tampoco vamos a saberlo… Que hay dos opciones, o te la juegas o no te la juegas.
Resumiendo, la vida me enseñó que es mejor amigarse con la idea de que en la vida no hay certezas, seguridades, porque si nos amigamos con la idea acabamos detenidos… sin vivir por miedo a quien sabe que cosa.”
Un consejo rápido y gratis, desconfía de aquellos que no se cuestionan sus éxitos o peor aun, aquellos que no los agradecen y se piensan superiores por alcanzarlos.
Parte de la madurez de una persona consiste en interrogarse el porqué de las cosas y de sus actos, porque eso le permitirá enmendar el camino cuando haya que hacerlo, y no creérsela demasiado cuando haya alcanzado lo inalcanzable de forma tal que pueda seguir aprovechando las oportunidades que le da la vida con humildad y sencillez.
Hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, los suelen tomar los pasajeros despiertos y precavidos que están dispuestos a preguntarse y repreguntarse las preguntas que realmente valen la pena hacerse.