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Recién celebrado en Sevilla este pasado fin de semana el Congreso Andaluz de la Cultura y la Gestión Cultural, donde el sector ha analizado en profundidad el presente y el futuro que están por venir, Rafael Morales Astola, presidente de la asociación Gestores Culturales de Andalucía (GECA) ?organizadora del congreso junto al ICAS- valora la incidencia del coronavirus en un sector que en España da trabajo a unas 700.000 personas, la mayor parte concentradas en Madrid, Cataluña y Andalucía.
No me atrevería ahora a dar un adato, pero hay mucha gente que está parada y reclamando más ayudas y una continuidad a las que ya se están dando, sobre todo los autónomos.
Hay que ir pensando a medio y largo plazo, pero también en el presente. Es necesario que haya ayudas, con fórmulas que se adapten al nuevo contexto Covid. Además, en el congreso hemos propuesto dos vías. Que se plantee un rescate del sector cultural que culmine en una renovación del propio sector. Y un nuevo marco legislativo en el que se llegue a promover la Ley Andaluz de la Cultura. No ya de cara a la Covid, sino de cara a futuras situaciones que puedan darse de nuevo. Es importante que vayamos haciendo propuestas concretas desde el sector para que cuando decaiga el estado de alarma, tengamos sobre la mesa propuestas concretas a los poderes públicos. Sobre todo teniendo en cuenta algo que se demostró en el primer confinamiento: la importancia de la cultura en la salud.
Que muchas familias pudieran mantener una vida con cierta dignidad y con un estado de ánimo y mental mucho mejor que si hubiera faltado la cultura en las casas o a través de los servicios online, donde el sector privado se prestó a ofrecer gratuitamente sus servicios. Creo que definitivamente se ha visto que el sector de la cultura tiene un compromiso con la sociedad que cumple en todo momento, incluso en los peores, y que repercute en la salud. Es importante que, igual que la sanidad y la educación se consideran bienes esenciales y que no se pueden interrumpir, tampoco lo haga la cultura.
El sector público está sufriendo no poder ofertar sus servicios como un derecho. Pero en el privado se está produciendo una verdadera debacle económica y mucha gente está pensando abandonar y buscar otro sector en el que pueda sobrevivir. Hay una situación mucho más devastadora y es la primera que hay que atender, porque el sector privado son los contenidos que luego se reutilizan en el sector público: los teatros y auditorios públicos, los programas culturales públicos se sostienen gracias a los proveedores privados, que son los creadores de contenidos. Los que está sufriendo más son los contenidos dirigidos al público presencial. Las artes escénicas y la música están sufriendo de una manera tremenda.
Sí, se está demostrando desde el minuto uno. No hay ningún caso de rebrote vinculado a la actividad cultural, ni uno. En general, todo el que ha ido a un cine, a un teatro, al circo o a una exposición ha visto que te miden la temperatura, que es obligatorio llevar mascarilla y que se cumple rigurosamente la distancia de seguridad y los aforos. Es una actividad, si no la más segura, una de las más seguras que se está desarrollando.
Es imposible que en una situación como la que se está viviendo haya soluciones óptimas para ningún sector. Pero sí hay una diferencia entre esta crisis y la de 2008. Entonces, la cultura fue prácticamente ignorada y ni el sector se unió. Ahora nos hemos unido en múltiples plataformas y los poderes públicos han introducido la cultura en el debate político. Y como muestra, la declaración en el Senado por unanimidad para que la cultura sea considerada como un bien esencial. O las reuniones entre el Ministerio de Cultura y el de Hacienda para abordar medidas. Pero no es suficiente. Mucha gente se ha quedado fuera de las medidas, como los técnicos en el primer paquete de ayudas, y lo importante es que nadie se quede fuera y sigamos poniendo en valor la importancia de proteger al sector y a sus trabajadores. Y que, bajo ningún concepto, se cancele nada, sino que se aplace a una mejor fecha o que se mantenga la actividad adaptándola a lo que las autoridades sanitarias determinen.
La transformación del sector ya se estaba dando progresivamente y la pandemia lo que ha hecho es acelerar esa transformación y poner de manifiesto que las tecnologías de la información y la comunicación van a desempeñar un papel mucho más activo. Tendremos que pensar en clave de que los contextos son más cambiantes que antes, de ahí la importancia de una Ley Andaluza de la Cultura. Y los sectores públicos también tienen que ponerse las pilas y crear mecanismos que agilicen las contrataciones, los procedimientos administrativos... En el futuro, va a h aber más necesidades de adaptaciones continuas, pero es algo inevitable. Y hay que tender la mano al sector privado, que no para de demostrar una y otra vez que no van a rendirse. Y eso generará mecanismos que harán que la sociedad empiece a valorar que la cultura es un bien común y que tiene que estar protegida, igual que la sanidad y la educación.
La digitalización de la cultura viene relativamente de lejos y ahora se está acelerando. Habrá que concebir productos de otra manera. No es lo mismo crear un producto para un público físico que tienes delante que para uno con perfiles mucho más diferenciados, no tan habituados a ir a eventos culturales, sino que zapean, van de una página a otra... Pero la solución no es la digitalización, esta es una herramienta que provocará cambios, pero hay una parte elemental de las artes y la cultura que no se puede obviar, la relación física, directa y presencial con el público. Eso no se puede perder. A lo mejor hay que ir a formatos de pequeños públicos, más minoritarios, en pequeñas salas. Incluso en espacios alternativos, como las azoteas. Lo que hay es que llegar al punto de que a nadie se le ocurra detener el servicio de la cultura.