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Introducción (V)
Con relación a esto último, y en lo que a mí como autor me corresponde, la siembra en este encierro no deseado, ha dado como fruto los relatos que vienen a continuación. Y aunque el causante de todo haya sido un puñetero virus, este no va a ser, ¡ni de coña!, el protagonista de las historias que a continuación se cuentan. El texto está formado por relatos, la mayoría paridos durante la cuarentena, pero no de la cuarentena, que es algo bien distinto, aunque es inevitable que algo relacionado con la enfermedad (sobre ella, ya hemos tenido suficiente y machacona información a través de los medios, y dicho sea de paso, algunos de muy dudosa veracidad) aparezca por algún sitio. Las historias narradas tienen orígenes distintos, unas nacieron en pleno periodo de obligatoria reclusión, como ya se ha dicho, otras ya estaban casi terminadas, y se aprovechó el momento para ponerles el punto final, y alguna ya estaba escrita y terminada desde hacía tiempo, pero las circunstancias extraordinarias del confinamiento, permitieron revisarlas de nuevo y añadirle un contenido extra.
Y un día resulta, que el mundo cambió y no hubo más remedio que quedarse en casa, por muy raro y sorprendente que pudiera parecer. Eso, o contagiarse. Así que, como con la salud no se juega, no hubo más remedio, y cada cual se fue a su respectivo refugio. Sótanos, pisos, cabaña en el monte (¡qué suerte!), casa de la suegra (¡vaya tela!), chalet (los más pudientes), y otros como yo, al ático. ¡Ojo que no me quejo!, peor hubiese sido pasar el confinamiento en una tienda de camping igual que un indio Apache.
Continuará...